Católico

Cristo (reconstrucción a partir de la Sabana Santa de Turín).

Tras asistir a un Triduo en la Casa de Ejercicios Espirituales de los Cooperadores Parroquiales de Cristo Rey de Pozuelo… aun siendo todo lo mismo, todo ha cambiado.

Vivimos un mundo gobernado por la desconfianza y esto está rompiéndo todas las organizaciones y todas las instituciones. He llegado a la firme conclusión de que todos debemos actuar conforme al dictámen de nuestra conciencia, y «pasar absolutamente» del que dirán y del qué pensarán. Incluso voy más allá, espero que se piense y se hable mal de mí, para darme aun más libertad a la hora de actuar con rectitud.

S.P. Francisco I

Doy gracias a Dios por nuestro Papa actual, S.P. Francisco I, con el que comulgo de forma extraordinaria y del que cada exhortación y encíclica, considero un tesoro: algo así como ordenes del Capitán en tiempos de zozobra.  Esto ocurre desde Evangelii Gaudium y la elaboración de mi tesis doctoral. Hoy lo vivo con Gaudete et Exultate.

Creo firmemente que solo el Espíritu Santo, manifestación del Recuerdo de Cristo, será capaz de reconstruir a través de nuestras almas y manos la Casa de Dios en este mundo. Creo que todos somos llamados de nuevo a la Iglesia porque nos necesita.

Me reconozco como católico que casi nunca asiste a oficios religiosos hasta mi encuentro con Cristo Rey en el Triduo. Me he comprometido íntimamente para hablar con mis hermanos que no suelen pisar la iglesia (minúsculas, porque me refiero al edificio), y ayudarles en su camino de vuelta. Este compromiso surgió en Cristo Rey, y hoy se me confirma al leer la exortación Gaudete et Exultate.

11. «Cada uno por su camino», dice el Concilio. Entonces, no se trata de desalentarse cuando uno contempla modelos de santidad que le parecen inalcanzables. Hay testimonios que son útiles para estimularnos y motivarnos, pero no para que tratemos de copiarlos, porque eso hasta podría alejarnos del camino único y diferente que el Señor tiene para nosotros. Lo que interesa es que cada creyente discierna su propio camino y saque a la luz lo mejor de sí, aquello tan personal que Dios ha puesto en él (cf. 1 Co 12, 7), y no que se desgaste intentando imitar algo que no ha sido pensado para él. Todos estamos llamados a ser testigos, pero «existen muchas formas existenciales de testimonio»[11]. De hecho, cuando el gran místico san Juan de la Cruz escribía su Cántico Espiritual, prefería evitar reglas fijas para todos y explicaba que sus versos estaban escritos para que cada uno los aproveche «según su modo»[12]. Porque la vida divina se comunica «a unos en una manera y a otros en otra»[13].

Este espíritu de respeto a la diversidad y a la parte del camino en que está cada uno, me hace reflexionar muy especialmente ante un misterio: ¿ Por qué aquellos que por el Misterio del Bautismo son Sacerdotes, Profetas y Reyes; que han sido bautizados, comulgados y confirmados, no asisten casi nunca a oficios religiosos?

Miro este misterio desde la Caridad y la Misericordia, y cuestionándomelo en mi persona he llegado a mis propias conclusiones, lo cual no me parece relevante a excepción de que por ello sé, que muchos hermanos tienen razones que actúan como cadenas silenciosas para impedir su vuelta a la Iglesia de Dios. En mi caso han sido 24 años de exilio, y he comprobado con amigos míos que muchos de ellos nunca han sentido la Gracia Santificante. Porque yo la conocí, hoy la reconozco. Y por eso mi empeño en llevar a todos aquellos que me conocen a templos católicos donde yo sienta la presencia de Dios. Invito a todos aquellos que conozcan estos templos a que ayuden a sus hermanos que casi nunca asisten a oficios religiosos a que mediten por qué no están con sus hermanos militantes, que no den una respuesta rápida y fácil para seguir huyendo, y que encuentren su camino de vuelta a la Casa del Padre.

Propongo llevarles hasta la puerta para que luego cada uno siga su propio camino, no intentar integrarlos en caminos que les pueden ser ajenos. Cada cual que siga su propia vocación.

¿Cómo se andará el Camino? Dios nos ilumine. Para alguno será tan sencillo como leer de nuevo los Santos Evangelios y recordar, para otros vencer el miedo a cruzar la puerta de una Iglesia tal vez con la ayuda de un hermano que atestigua la Santidad de los moradores de la casa, para otros será vencer la incredulidad de que no han sido perdonados, o la debilidad de no poder perdonarse con intercesión del Sacramento de la Confesión.

Yo me comprometo a sostener esta cruz y ayudar en la medida de la fortaleza que me de el Espíritu Santo para acompañar en este camino a aquel que quiera saber donde quedó la Casa de su Padre. Somos una inmensidad de náufragos que debemos ayudarnos en mar abierto para llegar a la orilla.

Con humildad, respeto y cariño pondré enlaces en esta página que en mi pobre opinión sean útiles a este fin.

La Paz sea con Vosotros.