Cum Laude

«Cum laude» es una expresión latina que significa, con alabanza, o laureado, según wikipedia. A mí, el subconsciente me pide traducirla como «con honores», pues así puedo explicar porque se me ha otorgado este título de doctorado.

Antonio Franco y el doctorando Paco Rabadán en la defensa de la tesis doctoral Neofisiocracia. Año 2015
Antonio Franco y el doctorando Paco Rabadán en la defensa de la tesis doctoral Neofisiocracia. Año 2015

He tenido y tengo el inmenso honor de ser alumno de don Antonio Franco Rodríguez de Lázaro, mi principal Director de Tesis, y mucho antes Profesor de Estadística I, Estadística II, Matemáticas,… para más tarde ser mi maestro en cuanto a cómo dar clase ( que es una ciencia), a cómo comprender en detalle todo lo que sé, y lo más importante, a aprender a aprender, a cuestionar sin descartar, a tener una infinita curiosidad atemperada con paciencia. Si a día de hoy la tesis ha salido adelante, después de 8 años (entre el DEA, y los intensísimos últimos cinco años de investigación) ha sido gracias a él, su persecución, ánimo, cuidado y tutela.  Sin él, esta tesis no hubiera visto la luz y se hubiera quedado como tantas otras tesis por el camino.

Era poco el tiempo del que disponía para presentar mi tesis ante el tribunal, y «no procedía» alabar a mis directores de tesis, pero si hubiera podido me hubiera gustado hablar durante horas del mérito, el cariño y el honor que supone ser tan amigo de una persona tan extraordinaria como Antonio Franco. Para mi consuelo, las palabras se las lleva el viento, pero espero que este «post» permanezca en esta página, al menos, lo que yo viva.

Aquellos que tengáis la oportunidad de aprender de él, no la desaprovechéis: preguntarle, hacerle caso, y el os corresponderá con una brújula para aprender a vivir. Es el ejemplo a seguir, por lo menos para este eterno doctorando, ya con un papel que dice doctor.

No hay suficientes palabras, tal vez sólamente una metáfora: Antonio Franco y yo somos familia, no de sangre, pero el vínculo de cariño y respeto es tan fuerte que hace que la sangre sea solo un pequeño detalle. Adjetivos como padre, amigo y hermano surgen de forma natural como si todo ello significase lo mismo, y este tipo de relación sólo la tengo con otra Persona cuyo nombre se escribe siempre con mayúscula.

Si hay honores en esta tésis, la culpa es toda suya. Yo sólo he aportado: trabajo, curiosidad, tesón y fé. La determinación ha sido suya.

Raquel Ibar Alonso en la Defensa de la tesis doctoral de Paco Rabadán. Año 2015
Raquel Ibar Alonso en la Defensa de la tesis doctoral de Paco Rabadán. Año 2015

 

En segundo lugar, dos grandes amigas: Raquel Ibar Alonso y Pilar Ordás del Amo. Las dos fueron compañeras cuando daba clase en el CEU, y desde el principio me apoyaron, me enseñaron, cuidaron y nunca podré agradecérselo lo suficiente. Ambas fueron de hecho, directoras de mi Tesis, pero sólo figura Raquel Ibar, porque Pilar entró a formar parte del INE, y ha aparcado de momento la tesis doctoral. Será siempre más docta que yo, una de las personas más inteligentes que he tenido el placer de conocer. A ella le debemos el acrónimo AIRO, y los primero pasos de la tesis que son los más lentos y desagradecidos, pues como el niño que empieza a andar hay más errores que aciertos, pero sin ellos no hubiera aprendido a caminar.

La aportación de Raquel Ibar ha sido absolutamente fundamental. Su conocimiento del análisis multivariante, que es el motor del análisis cuantitativo de la tesis, ha permitido que alcanzemos conclusiones absolutamente sorprendentes y reveladoras. Sin ella la tesis hubiera sido mucho menos laureada. Raquel ha aportado ese punto de excelencia y elegancia intelectual que hace tan bella la parte cuantitativa. Espero que no perdamos esa inercia de trabajo e ilusión y que sigamos investigando muchos años.

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Javier Ruiz de Arcaute en la defensa de la tesis doctoral de Paco Rabadán. 2015.

Don Javier Ruiz de Arcaute es sacerdote católico y sociólogo, una persona que lleva viviendo toda su vida «la alegría del evangelio», y es el culpable de mi interés por la Sociología con relación a la Economía. Mi forma de abordar el análisis epistemológico tiene mucho que ver con la forma en que nos daba clase: investiga el alumno y comentamos en clase. Este método ha sido el alma mater de la Teoría Económica de Neofisiocracia. Quiero citar también a un Profesor al que he perdido la pista de mi etapa en el instituto, Javier Serradilla, que me inculcó al amor a la sabiduría. Me aportó la semilla para entender y hacer mío em pensamiento y la lógica filosófica. Allí donde estés, toda mi gratitud.

Familia de Paco Rabadán en Defensa de tesis doctoral: Rosario Rabadán (hermana), María José Sayans (esposa), Paco Rabadán (Padre) y Rosario Pérez (Madre)
Familia de Paco Rabadán en Defensa de tesis doctoral: Rosario Rabadán (hermana), María José Sayans (esposa), Paco Rabadán (Padre) y Rosario Pérez (Madre)

Tal vez debería haber encabezado este post con mis padres, porque son la causa primera de mi existencia y sin eso, … Pero este artículo no presume de ordinal. Mi hermana se quejaba de que en los agradecimientos de la tesis había dedicado «pocas» líneas a hablar de ellos, pero es que todo se resume en: ¡Gracias, os quiero! Os debo todo lo que soy.

Mi hermana es la persona más leal que conozco y siempre está, y por eso sé, que siempre estará. Hermanos, con nuestros más y nuestros menos, pero gracias a Dios, cada día hay muchas más que menos. A ella le debemos el reportaje fotográfico.

De mi mujer estoy absolutamente enamorado, y ni puedo ni quiero ser objetivo: a ella la debo toda mi felicidad y tranquilidad que he necesitado para afrontar de forma calmada el estudio de la esencia de nuestra Economía.

Eché mucho de menos a mis difuntos, muy especialmente a mi abuela Encarnación, y a mi difunto suegro Ramón Sayans, pero de alguna manera sé que todos estaban presentes ese día.

 

Tribunal de Tesis Neofisiocracia. AIRO:
Tribunal de Tesis Neofisiocracia. AIRO: Profesores María del Carmen Escribano, Jose María Rioboo, Javier Martín Pliego, Justo Sotelo Navalpotro y María del Carmen García Centeno.

Y como no, honor de haber presentado mi tesis a los miembros del tribunal, y sorpresa e inmensa gratitud por haber otorgado el título de «cum laude». A día de hoy la votación para otorgar este título es a sobre cerrado y de forma anónima, debiendo coincidir todos y cada uno de ellos en la calificación máxima. Esto le da un especial valor, y un matiz muy importante, a este «con honores».

Han sabido sopesar los errores, los aciertos y esas líneas de tesis que se mueven con mentalidad científica sobre arenas movedizas. No es sencilla su labor, y desde aquí les alabo el ejercicio de su puesto más que su dictamen final, que agradezco infinitamente.

Fueron compañeros míos en la Universidad San Pablo CEU, Justo Sotelo, María del Carmen Escribano y María del Carmen García Centeno, y a los tres, los considero autoridades académicas indispensables. Justo Sotelo tiene el don de encontrar el orden en el caos intelectual, en la inmensidad del universo de posibilidades. María del Carmen Escribano es una autoridad en Historia de la Ciencia, y doctora azul turquí, pero por encima de todo es sinceridad, integridad y lógica indiscutible. María del Carmen García Centeno es una autoridad en Econometría, miembro activo de la investigación más puntera en esta disciplina, una trabajadora incansable que logra todo aquello que se propone gracias a su capacidad de trabajo e inteligencia envidiable ( y envidio pocas cosas).

María del Carmen Escribano y Jose María Rioboo
María del Carmen Escribano y José María Rioboo

A don José María Rioboo no tenía el placer de conocerle, pero ha sido un placer escuchar sus observaciones y críticas que tendré muy en cuenta en el futuro. Me quedé con ganas de conversar largamente con él sobre la tesis y otros asuntos. Tal vez tengamos la oportunidad algún día.

Javier Martín Pliego presidiendo el tribunal de la lectura de tesis Neofisiocracia. AIRO.
Javier Martín Pliego presidiendo el tribunal de la lectura de tesis Neofisiocracia. AIRO.

Y por si fuera poca presión defender una tesis, presidiendo el tribunal, tenía a mi jefe en la URJC, don Javier Martín Pliego. Me parece paradójico que la diosa fortuna le haya sentado en el centro de la mesa. La primera clase de Estadística que recibí en la Universidad San Pablo CEU, me la impartió él. Es el referente para la enseñanza de esta disciplina, su número de publicaciones es inmenso y la calidad de sus manuales soporta el tiempo como pocos. Aquel que aprende de los libros de Martín Pliego sabe Estadística de verdad, y esto lamentablemente no ocurre con otros manuales.

De todos los profesores que asistieron a la defensa es el único al que aún sigo viendo con temor de alumno. Supongo que aquella primera clase me dejó tan impresionado que 25 años más tarde, aun sigo viéndole de la misma manera. Haré lo posible para superar esa admiración ciega, aunque no creo que lo consiga.

Francisco López, Pablo Camacho y Luis Pérez Montero
Francisco López, Pablo Camacho y Luis Pérez Montero

Y cómo no, en la retaguardia apoyando silenciosamente mis amigos de toda la vida. En primer plano, mis íntimos Fran «Bardón», y Pablo Camacho y más al fondo otros que andaban saludándose y con los que me hubiera gustado tener fotos, pero uno no puede estar a todos y menos ese día. He tenido la suerte en esta imagen de que aparezca a la derecha Luis Pérez Montero, Profesor de Historia Económica. Espero comer a principios de año con una compañía excepcional de la que he disfrutado mis años de profesor en el CEU.

P.Enrique-Martín

Aquí falta una foto con el Padre Enrique Martín Baena, así que la tomo prestada de «Google». Su especial interés por la tesis promete que colaboremos en el futuro de forma incansable. En cierta forma es nuestra tesis, pues por caminos distintos hemos llegado a los mismos problemas intelectuales y a los mismos focos de preocupación por el futuro de nuestra sociedad.

 

También quiero agradecer la asistencia a mis alumnos de la Facultad a los que intentaré transmitir esa combinación de conocimiento y cariño con la que se me ha educado en la San Pablo.

 

Paco Rabadán en la Defensa de la Tesis Doctoral Neofisiocracia. Método AIRO
Paco Rabadán en la Defensa de la Tesis Doctoral Neofisiocracia. Método AIRO

He seleccionado una imagen de mi persona que creo que resume muy bien mi acitud en la exposición. Intenté ser conciso, contundente y resaltar los aspectos más importantes. Para todos aquellos doctorandos, os recomiendo que dejéis los nervios en la puerta, porque sino no da tiempo mas que para ponerse nervioso. Yo me otorgo el «cum laude» a la templanza, lo más difícil en la exposición fue ser capaz de centrarme en el discurso al margen de mis emociones, que en algún momento me hicieron decir «algún gazapo» que creo que corregí con cierta soltura.

En cualquier caso, jamás seré lo suficientemente objetivo como para valorar esta experiencia que ha acabado en un tribunal. Han sido los años más felices de mi vida, a la busca y captura de la verdad, con la compañía de personas extraordinarias a las que debo todo el mérito de la esta tesis.

Para todos y cada uno de ellos mi homenaje reflejado en una tesis.

Diapositiva introduccion Neofisiocracia AIRO
Diapositiva introduccion Neofisiocracia AIRO

Lectura de Tesis en la Universidad San Pablo CEU el 27 de Octubre

Salón de Actos del Colegio Mayor San Pablo
Salón de Actos del Colegio Mayor San Pablo (acto de la ACDP)

El martes día 27 de octubre de 2015, a las 12:00 defenderé mi tesis doctoral en el salón de actos del Colegio Mayor San Pablo CEU (Isaac Peral, 58, Madrid).

Estáis todos invitados.

El título de la Tesis es «Neofisiocracia. Método AIRO.» En esta tesis se ofrece una visión alternativa sobre la forma de hacer y cuantificar la Economía basada en una visión inter-epistemológica. Se analizan relaciones de la Economía con la Física, la Biología, la Estadística,… la Religión, la Sociología y Psicología,… y finalmente se propone un método de análisis cuantitativo basado en el análisis multi-variante al margen de cualquier premisa de Teoría Económica.

 

 

Lo ha vuelto a hacer!!!! De mi conexión telepática con el Papa Francisco.

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Cuando decidí acometer el proyecto de tesis doctoral me prometí a mí mismo no caer en la ley del mínimo esfuerzo, esto es, escribir un texto más o menos acertado con la suficiente calidad como para que un tribunal me otorgara el título de doctor. Mi visión de la tesis es profundamente romántica. Considero que tesis es sinónimo de la obra fundamental de un autor. Por ejemplo, la Tesis sobre Feuerback de Karl Marx fué la base sobre la que se construyó el socialismo científico, en obras como El Capital.  Y en épocas anteriores, cuando no se había «inventado» aun el título de doctor, grandes obras como las Summa Theologiae de Santo Tomás de Aquino, o los Princia de Newton, fueron las que les otorgaron ese título de grandes pensadores.

Supongo que estaréis pensando que tengo un ego desproporcionado si aspiro a alcanzar la talla de éstos. La verdad es que es todo lo contrario. Si me veo obligado a situarme en ese nivel de exigencia es porque considero como economista, que alguien lo tiene que hacer, y yo estoy moralmente obligado al menos a intentarlo, pues las graves deficiencias que ha demostrado en la práctica el pensamiento económico se pagan con hambre y sangre .

La Economía ha demostrado sistemáticamente ser un ciencia que caduca cada poco tiempo desde la aparición del Mercantilismo, siempre al servicio de grupos de poder, contaminada por el pensamiento político y la opinión, responsable en último extremo de justificar actividades y sistemas económicos que se han  concretado en holocaustos de hambre y pobreza, para tras el fracaso, explicar desde un punto de vista «científico» porque han fracasado y cuales han sido sus errores. Es como si el economista más que científico fuera un comentarista de partidos de fútbol. Pero con el pan no se debe jugar, y menos con el ajeno.

Mi formación académica es liberal. Me he dado cuenta, ya finalizada mi tesis doctoral, que en cierta forma he sido adoctrinado por un pensamiento único, y gran parte del inmenso trabajo que ha supuesto mi tesis ha sido «desprogramarme». Recuerdo que en primero de carrera, cuando me contaban que necesidad y deseo es lo mismo desde la ciencia económica (marginalismo) yo me llevaba las manos a la cabeza y aullaba como un lobo a la luz de la luna. Para cualquiera que no sea economista es evidente que deseo y necesidad no es para nada lo mismo.

Otro ejemplo, la definición de Lionel C. Robbins de Economía, que es una de las más coherentes respecto del capitalismo y el marxismo, reza que Economía es la ciencia que estudia la asignación de recursos escasos entre medios alternativos. Con lo cual «te cuelan», primero que hay escasez de recursos, segundo, que economía es sinónimo de problemas que hay que resolver, y tercero, que lo importante es «optimizar». Bueno, pues economía, no tiene absolutamente nada que ver. Etimológicamente significa administración de la casa, y uno administra su casa fijándose en los recursos de los que dispone, no fijándose en su escasez. Administrar la casa no es un problema sino  un placer aunque lleve asociado problemas, y sobre todo, no se puede optimizar nada cuando la administración de la casa depende de qué quieras hacer con ella: no hay metodología cuantitativa que soporte el capricho del hombre por mucho que lo hayan intentado los marginalistas. La inmensa mayoría de lo que se enseña en la Facultad de Economía no es ciencia, sino doctrina, pero para darse cuenta de esto hay que dedicar muchísimo tiempo a desaprender, y como decía a la auto-desprogramación.

Para poder entender que es realmente economía y si  puede alcanzar una categoría de carácter científico he estudiado prácticamente todas las interacciones epistemológicas de la historia económica, es decir, como ha influido las distintas disciplinas de conocimiento en la economía, entre ellas la biología, la física, la religión,… y los resultados han sido demoledores. Los sistemas económicos que presuponen la escasez de recursos, tanto el marxismo como el liberalismo, son absolutamente inconsistentes desde un punto de vista científico, por razones que no voy a entrar a explicar hasta que defienda la tesis.

El caso es que después de haber redactado un 60% de lo que estoy a punto de depositar en el departamento, un señor, un argentino, el Papa Francisco publica Evangelii Gaudium allá por el 24 de noviembre del 2013. Y recuerdo casi llorar de la emoción cuando leí el documento. No podía ignorar lo herético que supone mi tesis para la doctrina económica vigente: decir que el dinero está mal diseñado, que no hay escasez de recursos, que la evolución es sinónimo de simbiosis y no de competencia, que el crecimiento financiero no es sinónimo de progreso humano,… y mil ideas más todas ellas intelectualmente suicidas contra la doctrina económica vigente.

Me encontraba muy sólo y eran compañeros difuntos con los que conversaba y me entendía a la manera socrática: Tomás de Aquino, Agustín de Hipona, Lin Margulis, Newton, Cournot, Cantillon, Smith, Mill,…  Sin embargo, asomar la cabeza al mundo capitalista, al egoísmo institucionalizado, a la polisemia como medio para impedir los diálogos serios, y sobre todo, ese «ir cada uno a lo suyo» sin importar nada los demás, me sumió en una visión profundamente pesimista sobre la capacidad del hombre para sobrevivir como especie.

Y fué el Argentino, el que me sacó de ese pozo del «pero, ¿para qué hacer la tesis?, ¿qué te crees que vas a poder cambiar?». Automáticamente, la mayeútica con los difuntos, que había sido hasta ese momento la tesis, tomo una dimensión viva, pues era un diálogo con el Papa Francisco. En su exhortación apostólica, parecía decir ya basta. Ya basta de hablar y decir lo que las cosas deben ser, hay que empezar a actuar. Ya basta de dejarnos vencer por el desánimo y conformarnos con este mundo deformado que nos deforma a todos. «Esa Economía mata (evagelii gaudium, 53)». Le he citado sistemáticamente, seguramente he pecado de citarle en exceso, pero ha sido mi gran compañero de viaje intelectual desde entonces, y debía reflejarlo en mi trabajo de investigación.

Uno de los argumentos más utilizados para criticar una forma de pensar es tacharla de religiosa, como si fuera algo malo, algo despectivo, propio de los hombres de las cavernas o de los descerebrados. Sin embargo, yo no he encontrado mayor coherencia lógica que la Suma Teológica de Santo Tomás. Ni tan siquiera Sir Isaac Newton ha aguantado con tanta firmeza el paso del tiempo debido a la revisión de la teoría de la relatividad. El contenido de las encíclicas es muchísimo mas coherente que muchos manuales de Economía y esta es una de las grandes «verdades sombra» que se manifiestan en mi tesis. Supongo que ya muchos de vosotros a estas alturas, supondréis que mi tesis no será de carácter científico, pero es que en rigor lo és. He aplicado la filosofía de la ciencia a la construcción de una nueva manera de entender la economía, distinta a la «chapuza» a la que estamos acostumbrados.

Toda la teoría económica se basa fundamentalmente en primero opinar, y luego demostrar que el que opina tiene razón. Es como si Newton opinara «yo creo que la manzana cae por esta razón», y luego, buscara demostrar que tiene razón. No señor. No funciona así. Los grandes científicos entre ellos Newton, que es el fundador de la ciencia práctica, Lamarck, Darwin,… primero han observado, han aprendido, comprendido y después han deducido leyes universales, que son universales hasta que se demuestre lo contrario.

Bueno, pues como reza el «post» del blog: «lo ha vuelto a hacer«. Ya cerrada la tesis doctoral, desmontada la teoría económica vigente, propuesta una nueva Escuela denominada Neofisiocracia, diseñado un nuevo método de elaborar teoría económica basado en la metodología cuantitativa,… viene el argentino, y publica la encíclica «Laudato Si’. Sobre el cuidado de la Casa Común«.

Mi construcción de teoría económica se basa en la etimología de economía, y en los nuevos avances de la Física y la Biología; en el pensamiento económico de Keynes, Schumpeter, la Escuela Austriaca marginalista, … y más recientes, la Public Choice (Buchanan, Amartya Sen,…), Gessel, Max Neef,Roeggen,… (muchos de ellos ateos declarados); en la Filosofía aristotélica y tomista,  la Escuela de Salamanca, … y multitud de autores que constituyen legión. Mi visión de la economía es que  la actividad económica es un manifestación particular de la vida en la biosfera , y por tanto debe ser abordada a la manera de la biología (como opinaba Georgescu Roeggen), pero con los matices propios del ser humano, fundamentalmente su dimensión ética y la inmensa responsabilidad que supone su capacidad para modificar el entorno natural (eso ya lo aporto yo).

Pero al fin y al cabo, cuando hablo de economía hablo de casa, que es la raiz etimológica de economía y ecologia, y es la categoría fundamental para entender la acción económica y las repercusiones de la acción humana. Defiendo que el capitalismo es una manfestación religiosa de carácter trinitario, y el papa habla de  mercado divinizado (Laudato Si’, 56). Propugno que hay que defender la diversidad bioeconómica, pues sólo gracias a ella son posibles los saltos evolutivos basados en la simbiosis, y esa misma idea está en Laudato Si’. El problema de la desigualdad en la distribución energética, la inequidad en relación al orden natural, la virtud aristotélica,… en fin. Yo no creo en las casualidades, y como Einstein, creo que Dios no juega a los dados.

El Papa Francisco, de nuevo sigue manteniendo ese diálogo conmigo, que ya no puede ser casualidad. Es la segunda vez que después de hacer redactado siguiendo una metodología absolutamente lógica y científica, y evidentemente desconociendo el contenido de las encíclicas que el Vaticano tuviera intención de publicar, el Papa Francisco me pone los puntos sobre las «íes» y completa todo aquello que yo no he sido capaz de ver.

Por eso, de nuevo, le muestro mi infinita gratitud, no sólo como Santo Padre desde mi condición de católico, sino por sus reflexiones como pensador bien asesorado que sabe tomarle el pulso a las necesidades de un mundo gravemente enfermo.

Gracias por dialogar conmigo, sin tú saberlo, mi querido amigo.